Durante mis viajes en Sudamérica, he podido adentrarme en su espectacular naturaleza y entrar en zonas bajo el control, dominio y ley indígena. Aquí es donde he podido aprender y apreciar el valor que tiene el entorno para ellos, no siendo un simple escaparate de extracción y aprovechamiento, sino configurándose como un sujeto sagrado con gran influencia en sus vidas, tradiciones y cultura y que es objeto de culto y protección.
Muchos países sudamericanos empezaron a inicio del siglo XXI a integrar esta realidad en diversas leyes y textos constitucionales, dotando a la naturaleza de personalidad jurídica y otorgándole derechos que, por ejemplo, la Declaración Universal de Derechos Humanos no contempla.
La primera constitución del mundo que consagró los derechos legales de la naturaleza fue Ecuador bajo el mandato del presidente Rafael Correa. En su artículo 71 afirma: “La naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos”.
Esta disposición constitucional transforma a la naturaleza de ser un objeto de derecho a ser un sujeto de derecho. Así en Ecuador, la naturaleza ya no se considera una cosa sin derechos legales sinó una entidad con derechos.
Otros países del continente como Bolívia, han reconocido en su texto constitucional también ciertos derechos a la naturaleza. El artículo 33 de su constitución manifiesta el derecho a un ambiente saludable, protegido y equilibrado; manifiesta que es deber del Estado conservar, proteger y aprovechar de manera sustentable los recursos naturales y la biodiversidad, así como mantener el equilibrio del medio ambiente. Además, dedica capítulos especiales para los temas de la amazonía, biodiversidad, áreas protegidas, tierras forestales y, dentro de los derechos de Pueblos Indígenas, se establece el derecho a la administración de los recursos naturales y a vivir en un ambiente sano con un manejo adecuado de los ecosistemas.
Otro ejemplo ha sido Colombia. La Corte Suprema de Justicia emitió una sentencia en 2018 en la que declara la Amazonia como región ecológica. En esta decisión se contempla a la Amazonia como un “ecosistema vital para el devenir global”, y que en aras de protegerla, se la reconoce “como entidad ‘sujeto de derechos’, titular de la protección, de la conservación, mantenimiento y restauración a cargo del Estado y la entidades regionales que la integran”.
Vemos así como la idea de derechos de la naturaleza o Pachamama ataca los cimientos culturales instaurados en el capitalismo que la conciben como fuente de aprovechamiento y utilitarismo y que entiende el entorno como un simple conjunto de recursos a explotar.
Sudamérica está avanzando en esta materia entendiendo sus raíces, su cultura, el impacto que está teniendo el cambio climático en su biodiversidad y apostando por fortalecer el respeto, derechos y conservación de la Pachamama. Desde occidente debería hacernos pensar y replantear la visión que tenemos de ella.
- Enric Roures -
Documental: Los derechos de la naturaleza por Isaac Goeckeritz
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